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VIOLENCIA ANIMAL Y NORMALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA. REPERCUSIONES EN MENORES.

Actualizado: 17 may 2019

UNA MIRADA DESDE LA CRIMINOLOGÍA VERDE Y LA CRIMINOLOGÍA MEDIÁTICA:


POR: Roberto Alonso Ramos Erosa.


Resumen

Recientemente en un municipio de Veracruz, México llamado Misantla, en vísperas de sus celebraciones carnestolendas, se presentó una actividad llamada “La despescuezada”. Dicha práctica consiste en colgar a aves (generalmente patos o gansos) de las patas, mientras personas enmascaradas asisten al lugar donde se encuentra el animal, toman su cabeza, lo balancean y de un fuerte y rápido jalón la desprenden de su cuerpo, siendo esta la única finalidad de este evento. El alcalde de la región se excusa diciendo que es una tradición centenaria, sin embargo, en una localidad toledana, Carpio de Tajo, España, se realiza una práctica muy similar desde el medioevo, en honor a Santiago Apóstol. La práctica en finalidad es la misma: arrancar la cabeza del animal, sólo que en esta localidad los animales son previamente sacrificados y son jinetes a caballo los que llevan dicha hazaña. En este análisis indagaremos sobre cómo algunas prácticas que se escudan bajo el manto de la «tradición», pero que no son más que actos de crueldad y violencia animal, favorecen y promueven la normalización de la violencia.


Contexto histórico, social y cultural: México

Durante la última década en México, la violencia se ha disparado de forma desmesuradamente alarmante, de 2015 a 2018 el homicidio doloso se incrementó en un 74%[1]. Según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a noviembre del 2018 se presentaron 31,285 homicidios dolosos[2], quedando un total de 242,256 víctimas de delitos contra la vida y la integridad corporal. Pero ¿qué significa vivir en un país con extremos índices de violencia? Sin duda uno de los fenómenos que se ha erigido a partir de esta problemática es la normalización de la violencia. El problema que se plantea con la normalización de la violencia es que hagamos de esta una herramienta de socialización de uso cotidiano. Si la vida humana, máximo bien jurídico, ha sufrido una visible desvalorización ¿qué se puede esperar hacia la vida de un animal?

Pero ¿qué se entiende por normalización de la violencia? Para Bustamante, R. (2016): «La normalización de la violencia brota de forma cotidiana en el trabajo, fuera del hogar y en todo el territorio nacional. Los medios de comunicación, en un ánimo mercantilista, inundan sus espacios con noticias violentas para atraer clientela. Apología del delito y la violencia[3]». Por otra parte, Cárdenas, D. (2016) nos dice que: «la exposición continua al conflicto puede afectarnos de distintas maneras, donde la más relevante es empezar a normalizarlo, y esto es por demás peligroso, ya que vivir en un entorno donde la violencia está presente, nos puede llevar a pensar que la misma es válida para resolver problemas, y ya que es tan común, reproducirla hasta volverla como lo correcto por hacer[4]».

Con lo anterior se puede decir que la normalización de la violencia es el fenómeno mediante el cual las y los individuos que pertenecen a una sociedad con alta incidencia delictiva, comienzan a percibir la violencia como un acto común y cotidiano, viéndose suprimida su capacidad de asombro. En este fenómeno los medios de comunicación masiva y las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) juegan un papel fundamental al momento de informar la violencia. Más que informar, su función primordial parece reproducir la violencia como se presenta, reduciendo la censura al mínimo e incrementando el contenido explicito (fotografías, videos) hasta donde los márgenes éticos se los permitan.

México es un país vasto en tradiciones, su composición multicultural ha obsequiado diferentes ritos, fiestas o costumbres que se llevan a cabo a lo largo y ancho del territorio nacional. Para la Real Academia Española (RAE) una tradición es: «transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etcétera, hecha de generación en generación; doctrina, costumbre, etcétera, conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos[5]». El acervo cultural en México es amplio pues existen 67 pueblos indígenas distribuidos por todo el territorio nacional. Hoy en día suman más de 11 millones de habitantes, casi el 10% de la población total del país[6]. Cada uno de estos pueblos indígenas posee sus propios usos y costumbres.

Con lo anterior cabría hacerse la siguiente pregunta ¿una tradición es justificación de violencia? La llegada del imperio de occidente a la América precolombina introdujo la prohibición de los ritos donde se sacrificaban a seres humanos; desde una óptica teológica católica la vida sólo podía ser quitada por Dios. Pero en aquel entonces el contexto socio cultural de los mexicas poseía una cosmovisión totalmente distinta a la del catolicismo español y los sacrificios humanos eran realizado como acto de veneración a sus dioses. Hoy en día este tipo de ritos son casi inexistentes en todo el globo, pero no así la necesidad de rendir culto a ciertas deidades o celebrar ciertas tradiciones.

El sacrificio siempre ha poseído un fuerte componente místico-religioso y es de suponer que, ante la prohibición de sacrificios humanos, el rito mutó para incorporar animales. En este tenor cabe aclarar que existen de sacrificios a sacrificios, no es lo mismo el sacrificio de un animal para consumo humano, que para un rito o simplemente por diversión; en el último caso ni siquiera se podría hablar de un sacrificio, sino de crueldad animal.

Es menester dilucidar el contexto cultural en el cual se llevan a cabo los sacrificios animales, por ejemplo, en la mitología mexica[7] cuando alguien moría un perro Xoloitzcuintle era sacrificado para que ayudara al fallecido a cruzar los ríos del Mictlán[8]. Esta creencia aún sigue existiendo con algunas variaciones católicas y sin el sacrificio del can, puesto que su esperanza de vida es muy corta, ahora se dice que aquellos perros de los que se es dueño y han muerto, ayudarán a su amo a cruzar un río en el cielo cuando este fallezca.


Violencia y menores de edad

En México viven 39.2 millones de niños según la Encuesta Intercensal (2015)[9], lo que representa el 32.8% de la población total. Por su parte la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares, en México el 71.7% de niños de 6 a 17 años son usuarios de Internet, mientras que las niñas en el mismo rubro de edad alcanzan el 72%. Esto los sitúa como la segunda población que más usa Internet en México.

El internet se ha vuelto una herramienta fundamental en la vida del ser humano. «La denominada generación interactiva destaca, entre otras cosas, por su evidente afinidad con Internet y los nuevos medios. Dicha afinidad se debe a que: “las Tecnologías de la Información y la Comunicación encuentran en niños y adolescentes un terreno especialmente abonado para su rápida implantación”» (Bringué y Sádaba, 2008)[10]. Dicha generación se refiere a niños de entre 6 y 18 años.

El internet es otro mundo, uno alterno y virtual donde prácticamente se puede acceder a todo tipo de contenido. Internet no conoce barreras, sus límites son invisibles y el hecho de que una persona pueda tener acceso ilimitado a un sinfín de cosas, supone una repercusión. Somos la generación más conectada digitalmente, pero más desconectada humanamente. De internet emanan diversas fuentes, las redes sociales son aplicaciones donde se puede difundir o compartir contenido casi de todo tipo, siempre y cuando no contravenga a la normatividad de la aplicación. Las redes sociales gozan precisamente de la libertad que otorga la empresa y no el Estado, es decir, la regulación de su contenido no le incumbe a un gobierno sino directamente a la empresa que le pertenece.

Algunos gobiernos han propuesto iniciativas que buscan regular las redes sociales: Australia anunció un programa para monitorearlas en tiempo real y prevenir la propaganda terrorista; Francia quiere hacer legalmente responsables a las compañías como Facebook o Twitter que permitan alojar contenido xenófobo. El análisis sobre la regulación de las redes sociales es complejo, con implicaciones directas en derechos como la libertad de expresión y la privacidad[11].

La cuestión sobre esta poca o nula regulación es que todos aquellos que dispongan de un dispositivo con acceso a internet pueden publicar lo que les venga en gana y esto representa un arma de doble filo. En las redes sociales existe desde contenido educativo, hasta contenido explícitamente violento. El segundo contenido es el que nos interesa. Las redes sociales albergan desde fotografías hasta videos con explícito contenido violento (en algunas páginas especializadas este contenido tiene un fin educativo) y debido a la poca regulación que existe sobre el uso de las redes sociales, todos están expuestos a visualizar este material, una y otra y otra vez.

El ser humano y la violencia siempre han mantenido una estrecha relación de amor-odio, pero con la llegada de los medios de comunicación masiva y de las TIC, la forma de percibir la violencia, cambio. Violencia en vivo. Un claro y gravísimo ejemplo de lo anterior fue el caso de dos personas linchadas en Acatlán, Puebla y cuyo linchamiento se transmitió en vivo a través de Facebook. Lo más inhumano de este caso, es que ambas personas eran inocentes que el jurado popular les imputaba y que durante la transmisión la madre de uno de ellos vio todo el proceso por el cual su hijo perdía la vida[12]. Este grado de violencia, tal vez no es nuevo, pero el hecho de verlo en vivo a través de la pantalla de un móvil, sí.

Para tener una cuenta en Facebook, la plataforma exige tener 13 años o más, sin embargo, en un estudio realizado por Chicos.net y Disney, arrojó que el 71% de menores de siete a 12 años en México son usuarios de esta red social[13].

En este punto convergen dos axiomas que le interesan al que esto escribe: menores de edad en las redes sociales y violencia en las mismas. En edades que son críticas para el desarrollo biológico y psicológico del individuo ¿cuál podría ser el impacto de estar constante expuesto a este tipo de contenido? Algunos estudios señalan que los menores expuestos a contenido agresivo, son más proclives a repetir este tipo de conductas en actividades lúdicas. La segunda hipótesis que aquí se maneja es que el menor normalice la violencia y lo vuelva un actor pasivo ante determinadas situaciones, por ejemplo: violencia intrafamiliar, violencia escolar o violencia contra los animales.

La influencia de los medios de comunicación masiva y de las redes sociales en nuestra vida es innegable, han modificado la manera en la que nos relacionamos con otras personas, han facilitado la manera de comunicarnos y nos ofrecen un mundo de información (que no es lo mismo que conocimiento), pero también poseen repercusiones negativas en nuestra vida.


Violencia contra los animales

Los seres humanos hemos convivido miles de años con los animales, en la época en la que el hombre y la mujer eran cazadores-recolectores, los animales significaban comida y vestido, lo que a su vez era protección. Se calcula que hace 16,000 años domesticamos al que se convertiría el mejor amigo del hombre: el perro[14]. Sin embargo, la domesticación también aplicó para otros mamíferos como las vacas, cabras y ovejas, y también para las aves como gallinas, patos o pavos.

En días pasados en una localidad del estado de Veracruz, México llamada Misantla, se llevó a cabo una “tradición” llamada “la despescuezada” que básicamente consistía en colgar viva a un ave de las patas y arrancarle la cabeza. El acto quedó registrado en video, gracias a una persona que lo grabó y lo difundió en las redes sociales, lo que provocó instantáneamente la molestia de organizaciones de protección animal y sociedad en general. El alcalde de aquella localidad defendió que esta era una tradición centenaria, pero que atendería los reclamos de la gente.

Sin embargo, lo más seguro es que esta “tradición” no pertenezca a nosotros ya que en España existe una práctica muy similar que data de la Edad Media y que se llama “Correr el ganso”, aunque en este país tiene ciertas variaciones: el animal se sacrifica previamente y el acto en sí lo realizan jinetes montados a caballo.

En ambos países esta práctica se realiza en frente de menores de edad y en ambos se ha pedido la prohibición de este acto. En España la promotora de la prohibición de este evento alega que la presencia de niños viola el artículo 10 de la Declaración de los Derechos del Niño, que dice: el derecho a ser criado con un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos y hermandad universal[15].

Recientemente el cuidado de los animales ha tenido un auge mundial importante, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil, se han aliado para exigir a los gobiernos que les doten de derechos a los animales y así garantizar su preservación y cuidado. La problemática observada fue la innecesaria y excesiva crueldad con la que muchos individuos tratan a los animales.

Los menores de edad que presentan violencia contra los animales, podrían estar presentando algún trastorno psicológico, como lo indica el Manual Diagnóstico de Psicopatología V (DSM-V) con el Trastorno de la Conducta: un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad, lo que se manifiesta por la presencia en los doce últimos meses de por lo menos tres de los quince criterios; uno de sus criterios es precisamente «ha ejercido crueldad física contra los animales»[16].

Lo anterior se trata únicamente de un trastorno psicológico, pero si el fenómeno es cultural la situación cambia, pues no se estaría hablando de una condición anormal en el individuo, sino es la normalidad en un colectivo determinado. Este punto es esencial para entender porque no se puede diagnosticar a un individuo con trastorno de la conducta o trastorno antisocial.

Pero el hecho de que algo sea cultural no ofrece motivos para vulnerar los derechos de un ser vivo protegido por la ley. La cultura le pertenece a las mujeres y hombre de todo el planeta, pero no quiere decir que esta sea inmutable, al contrario, una de las principales cualidades de la cultura es su mutabilidad.

El sacrificio animal está regulado en todo México, incluso la normatividad plantea ciertos requerimientos para el sacrificio de aquellos animales destinados a consumo humano. En este ámbito, la práctica inicialmente citada, viola la Ley de Protección a los Animales para el Estado de Veracruz en su artículo 61 párrafo VI, que recupera: Los animales destinados al sacrificio humanitario no podrán ser inmovilizados, sino hasta el momento en que esta operación se realice; sacrificar animales en presencia de menores de edad. Así como también el artículo 63: se prohíbe el sacrificio de animales por envenenamiento, asfixia, estrangulamiento, golpes, ácidos corrosivos, estricnina, Warfarina, cianuro, arsénico u otras sustancias o procedimientos que causen dolor innecesario o prolonguen la agonía, ni sacrificarlos con tubos, palos, varas con puntas de acero, látigos, instrumentos punzocortantes u objetos que produzcan traumatismos[17].

Ahora bien, la violencia animal ¿promueve más violencia o es el resultado de la normalización de la violencia? La hipótesis que se plantea es que ambas interrogantes son afirmativas en cierta medida. Ya hablamos de cómo los medios de comunicación masiva y las TIC han favorecido la percepción normal de la violencia; la violencia de la que es víctima el ser humano es proporcional a la desvalorización de la vida humana. Si esto sucede con la vida humana, la vida animal se vería aún más carente de valor alguno. Siguiendo esta lógica la violencia promueve más violencia y al mismo tipo cierto tipos de violencia son el resultado directo del proceso de normalización de esta.

En personas adultas se presume que tienen la madurez psicológica para entender la ilegalidad que implican los actos violentos (en los medios de comunicación masiva y en las redes sociales, la mayoría de las veces que se difunde contenido violento carece de un adecuado contexto, dando paso a la especulación), aunque eso no los exime del proceso de normalización de la violencia. Se pierde la capacidad de asombro o de indignación, pero se sabe que el hecho violento no es correcto. En un menor de edad la alteración perceptiva se puede ver acompañada de la repetición de este tipo de conductas. Es prudente recordar que, durante la infancia, el niño aprende por imitación y una práctica cada vez más extendida en los padres de esta generación, es apaciguar o entretener al menor con el celular. El celular se ha vuelto el maestro del niño, lo que representa un riesgo latente a que el niño pueda acceder a contenido no adecuado para su edad.

El evento que se presentó en Misantla o el que se lleva a cabo en España tienen como víctimas principales a los animales y como víctimas secundarias a los niños, pero no sólo a los niños que están presentes en el acto, sino también a todos aquellos que acceden a la práctica gracias a los medios de comunicación masiva y las redes sociales. Aquí se puede reflexionar como un solo evento, por muy regional o local que sea, puede alcanzar dimensiones inimaginables gracias al internet.

Un punto más que se postula aquí, es el posible simbolismo intrínseco que se halla en la práctica de “despescuezar” a un ave por simple gusto. En México la violencia ha tomado tintes sádicos desde que la «Guerra contra el narcotráfico» comenzó. Una práctica que muy pronto se volvió habitual entre grupos de la criminalidad organizada, fue la de decapitar vivos a sus enemigos, grabarlo en video y difundirlo en internet. Parece que este culto a la desmembración del cuerpo se ha extendido; el individuo encuentra cierta fascinación en descuartizar el cuerpo de un ser vivo, pero para llevar a cabo tal catarsis de su deseo sádico, encontró una manera en la que su moral no se viera transgredida y también que fuera aparentemente socialmente aceptada: decapitar el cuerpo de un animal.


Conclusiones

El animal es un ser vivo, la mayoría de los animales poseen un sistema nervioso que les permite sentir dolor. Es por eso por lo que las regulaciones para su sacrificio (en el caso de consumo humano) contemplan el menor sufrimiento posible. Es inevitable separar al animal del beneficio económico que representa para el corporativismo. El animal es producto de interés tanto social como individualmente; social porque como ya se mencionó antes, ha significado una milenaria fuente de alimento e individual puede ser por simple compañía o protección. Pero en ambos también hay otros intereses más crueles, como los sacrificios por ritos o costumbres, que no tienen más finalidad que la de divertir; y el deseo sádico que pueden presentar algunos individuos por violentar a un animal al grado de quitarle la vida. Actualmente el ser humano, ha antropomorfizado al animal sin darse cuenta, es decir lo ha hecho humano, desde su manera de hablarle, hasta la manera de tratarlo, la condición humana los embiste sin que ellos lo pidan. Esta es una práctica que tanto veterinarios como algunos psicólogos no ven con buenos ojos, pues se sospecha que el animal se pueda volver sumamente dependiente a su amo y viceversa. Es una verdad clara que la violencia contra los animales existe, las hipótesis aquí presentadas tardarán varios años en rechazarse o afirmarse, pero no se puede negar que el hecho de percibir que vivimos en un mundo más violento no sólo favorece la normalización de la violencia, sino que estimula la creatividad de esta y es entonces cuando nuevas violencias comienzan a nacer.


Referencias

[1] Ángel, A (2018) El año más violento para México. Animal Político. Recuperado de: https://www.animalpolitico.com/2018/07/mexico-violento-asesinatos-2018/

[2] SESNSP (2018) Víctimas del fuero común nacional. México: Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

[3] Bustamante, R. (2016) La normalización de la violencia. México: Excelsior.

[4] Cárdenas, D. (2016) ¿Normalización de la violencia, algo ya común?. México: Milenio.

[5] Real Academia Española (2018) Tradición. España.

[6] Sistema de Información Cultural México (S/A) Pueblos indígenas. México. Recuperado de: https://sic.cultura.gob.mx/index.php?table=grupo_etnico

[7] COLMEX (2015) Historia general de México. México: COLMEX.

[8] Nah., Inframundo.

[9] INEGI (2015) Encuesta Intercensal. México.

[10] Bringué, X. y Sádaba, C. (2008) La generación interactiva en México. Niños y adolescentes frente a las pantallas. Recuperado de: http://www.razonypalabra.org.mx/Bringue.pdf

[11] Peña, P. (2015) Regular las redes sociales, una medida problemática. Recuperado de: https://www.derechosdigitales.org/8527/regular-las-de-redes-sociales-una-solucion-problematica/

[12] Editorial (2018) Madre vio por Facebook el linchamiento de su hijo en Puebla. México: El Sol de Puebla.

[13] Expansión CNN (2015) Facebook, la preferida por los niños pese a límite de edad. Recuperado de: https://expansion.mx/tecnologia/2015/02/10/pese-a-restriccion-facebook-conquista-a-menores-13-anos

[14] Harari, N. (2015) De animales a Dioses. México: Planeta.

[15] Bachiller, C (2016) Piden abolir una fiesta en la que se arranca la cabeza a varios gansos. España: El Diario.

[16] Asociación Americana de Psiquiatría (2014) Manual Diagnóstico de psicopatologías. EE. UU.

[17] Ley de Protección a los Animales para el Estado de Veracruz.

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